Los pilotos

De todos los personajes del universo Evangelion, son sin duda los pilotos los que mejor encarnan el espíritu de la serie. Desde los que son protagonistas absolutos, hasta algunos con papeles más secundarios, todos ellos resultan esenciales para definir el desarrollo de la serie: Sus relaciones, percepciones e impulsos condicionan (cuando no imponen) los hechos que van sucediéndose... ¿Qué los hace personajes tan interesantes? En primer lugar su edad. La adolescencia es conocida tradicionalmente en la psicología por ser una edad en afloran los conflictos. Esto se debe a que es una etapa crítica en la formación de la personalidad, la transición entre la infancia y la madurez. Es el camino por el cual llegamos a conocer a nuestro “yo” adulto, y transitar por ese camino es enfrentarse a un mundo nuevo, que nunca antes había parecido tan hostil y descarnado. Ya sea por el resurgimiento de conflictos latentes, o por la aparición de situaciones nuevas que dan lugar a respuestas desadaptativas, lo cierto es que ninguno de los pilotos puede presumir de equilibrio mental. Todos poseen algún tipo de trastorno de personalidad, que distorsiona su realidad y condiciona su relación con los demás. El segundo motivo se asienta sobre el primero, y es por la forma en que nos son presentados los personajes: El estilo de Hideaki Anno está poderosamente influenciado por el existencialismo: En teoría los personajes son libres y responsables de sus actos, y como seres inteligentes pueden elegir su futuro actuando sobre el presente. Paradójicamente, los pilotos de la serie no son libres: Son prisioneros de sus temores y de su propia percepción distorsionada. Viven un espejismo en el que se dejan arrastrar por sus circunstancias, no hacen uso de su libertad salvo casi en el mismo final de la serie. Además entra en juego un tercer factor. Y es que la forma en la que la serie da a conocer a los personajes es mediante un minucioso proceso de deconstrucción emocional, que nos es narrado con bastante detalle en el caso de Shinji, Rei y Asuka. El último punto viene a resumir el resto. Lo realmente genial de la caracterización de los pilotos es constatar que, a pesar de todo lo anterior, el destino de la especie humana descansa sobre los hombros unos adolescentes emocionalmente inestables, que (citando al Arte de la Guerra) deberán conocerse a sí mismos, antes de conocer a los enemigos que los amenazan. No son jóvenes normales, son los únicos que poseen herramientas para moldear el destino. Los únicos capaces de hacer descarrilar a un tren, cuya próxima parada es la aniquiliación.

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